Con sus dos hermanas  mayores y él, nacido el 5 de junio de 1912, en la ciudad de Facatativá, corazón  del occidente cundinamarqués, conforman el hogar de don Abelardo Forero y doña  Rosita Benavides. Realiza sus primeros estudios, según el Académico L.E. Gómez  Casabianca, en el instituto Aponte de su ciudad natal y viene a terminar su  bachillerato en el entonces Colegio Nacional de San Bartolomé mostrando, desde entonces,  su interés por la historia y el arte de la oratoria. Al culminar sus estudios  de bachillerato inicia sus estudios de derecho que habrá de abandonar según  algunos de sus biógrafos, pero según una de sus discípulas, María Cristina Vega  de Ciceri, los termina en el Externado bajo la dirección de Ricardo Hinestroza  Daza teniendo como condiscípulos a Enrique y Eduardo Caballero. Su capacidad de  estudio y de lectura lo lleva a convertirse en un escritor con “lectores  propios”, según Iván Duque Escobar, y conformar, en la década de los años 30,  el grupo de los llamados CRONISTAS dentro de los cuales se encuentran Armando  Solano, Luís Tejada, Jaime Barrera Parra, Alberto Lleras Camargo, José Mar,  Germán Arciniegas, Jorge Padilla, Hernando Téllez, José Umaña Bernal, Tomás  Vargas Osorio y Juan Lozano y Lozano.
                    Seducido por su  vocación política, como muchos de sus contemporáneos, se apasiona por los  debates del Senado asistiendo a las barras del mismo así como a las tertulias  del Granada en un período de fuertes cambios políticos que tienen su más  genuina expresión en el año de 1930 cuando asume la presidencia de la república  el liberal Enrique Olaya Herrera luego de cincuenta años de hegemonía conservadora  y a quien seguirá el también liberal Alfonso López Pumarejo, padre político de  la “Revolución en marcha” quien, con su visión futurista, lo impulsa y apoya  contribuyendo a su formación, como lo afirma Juan Gustavo Soto que lo considera  como “una de esas eminencias juveniles descubiertas por Alfonso López  Pumarejo”.
                    Curiosamente, inicia  su servicio público en la diplomacia, sin cumplir aún los 25 años, siendo  enviado a Ginebra como representante de Colombia en la Liga de las Naciones,  acompañado de Eduardo Santos y Luís Cano.
                    En su ejercicio  político y en representación de su partido, el Liberal, fue concejal de su  patria chica, diputado a la Asamblea de Cundinamarca, representante a la Cámara  y senador de la república en ocho períodos; gobernador de Cundinamarca de 1.942  a 1.943, dejando el cargo para asumir como Ministro de Trabajo, Higiene y  Previsión Social en 1943. En el año 1.950 vuelve a la diplomacia para llevar  nuestra representación como embajador en Argentina hasta 1.955. Al regresar al  país se inicia su gradual retiro de la política pues su partido no ve con  buenos ojos su colaboración con el gobierno del dictador Rojas Pinilla pero en  su favor habrá que decir que, gracias a su agudeza política, capta, como ninguno,  el momento histórico y bien pronto se interesa por lograr la libertad de los  llamados presos políticos de entonces y de la ley de amnistía para los  guerrilleros de la época conocida como “de la violencia”.
                    En 1.970 es nombrado  ministro de Gobierno del presidente Misael
                    Pastrana dentro del  sistema político del Frente Nacional. Luego le corresponde asumir la cartera de  Defensa, en calidad de encargado, en 1971 y en esa misma condición, asume la  cartera de Justicia en 1.972 Como periodista, es redactor del semanario SÁBADO,  del ESPECTADOR  donde forma un grupo de  comentaristas, en donde figuran Enrique Caballero Escobar, Eduardo Caballero  Calderón, Jorge Padilla y Alfonso Palacio Rudas y de ello surge el libro de 320  páginas firmado por Abelardo Forero y que intitula EL ESPECTADOR DIARIO DE LA  TARDE y en el que, a manera de colofón, escribe: “Este libro terminó de imprimirse  en la Editorial Santa Fe el día 19 de febrero de 1936, a los veintitrés años,  ocho meses, cinco horas y seis minutos de la vida de su autor”. Es igualmente  cronista de EL LIBERAL. Con Arturo Abella, en 1.964, hacen el programa DEBATES  y a partir de 1978 y hasta 1.983, con su entrañable amigo Ramón de Zubiría,  transmiten sus conocimientos a los televidentes colombianos a través del  programa EL PASADO EN PRESENTE reviviendo temas de la cultura y la historia  para proyectarlos al presente como el mismo lo explica.
                    Como profesor  universitario dirige, en la Universidad de Los Andes, la cátedra de historia  por más de 25 años y prácticamente hasta su muerte acaecida en Bogotá el 25 de  noviembre de 2003. La asistencia a su cátedra es “multitudinaria” hecho que le  permite afirmar, con su habitual buen humor y simpatía, que “No había necesidad  de controlar la asistencia porque mi salón vivía lleno”. Complementa su vida  con dos grandes amores, el matrimonio con doña Clemencia Ucrós y la entrega a su  hija Clemencia a quien, por la temprana muerte de su esposa, se dedica con  devoción y afecto.
                    De su prodigiosa  capacidad intelectual nos quedan numerosos artículos, ensayos, crónicas y  libros como: “Momentos y perfiles de la historia universal”, “Cuatro coches  ruedan hacia Bayona”, “Cromwell y Rousseau”, “Ocho momentos de la historia  universal”, “La primera guerra mundial”, “La historia de Francia”, que no puede  faltar pues es una de sus pasiones, “El mundo Eslavo”, “Aproximaciones a la  historia de Colombia”, “Francisco de Paula Santander, las cartas infidentes”, “La  victoria de los vencidos”, “El siglo XIX galería de sombras” y Contextos” que  es una recopilación de algunos de sus artículos. Sumado a lo anterior nos queda  su voz mediante el disco compacto  “La  voz de Abelardo Forero Benavides” homenaje de la Emisora HJCK como tributo a la  conmemoración de los 100 años del nacimiento de nuestro compañero de hoy en  este espacio del Momento Histórico.
                    Gracias maestro  Abelardo por haber asistido a este encuentro que sirve para reiterarle nuestras  felicitaciones y agradecimientos por tan valiosos servicios prestados a la  patria y por el ejemplo que constituyó su vida para sus contemporáneos y para  los actuales, que requerimos de paradigmas como el que usted nos legó pero  además, a título personal, mi perenne reconocimiento por la amistad otorgada  por Ud. a mi familia y por haberme acompañado a la pila bautismal de la  Veracruz y oficiar como padrino en esa ceremonia de la cual, usted hubiera  firmado diciendo que eso fue hace setenta y cuatro años, diez meses y dos días.
                  Zipaquirá, junio 2 de  2012.